Hamda sostiene una foto de su marido.

Irak: las mujeres de familias de personas desaparecidas nunca dejan de buscar, nunca dejan de vivir

Irak es uno de los muchos países que sufrieron numerosas guerras y conflictos armados, por lo cual cientos de miles de personas, en su mayoría hombres, tienen paradero desconocido. En consecuencia, las mujeres asumen la responsabilidad de llevar adelante el hogar y cumplen el papel de “hombre de la casa” en culturas en las que la mujer ni siquiera puede tomar un taxi sola.
Artículo 03 septiembre 2023 Irak

En 2016, cientos de personas del distrito de Saqlawiya, gobernación de Anbar, en la región occidental de Irak, huyeron de su lugar de residencia en busca de seguridad, en medio de enfrentamientos y balaceras. Hubo grupos de hombres y mujeres que atravesaron el cementerio de Saqlawiya: un hombre que le pedía a su hermana que cuidara de sus hijos y de ella misma, un marido que tranquilizaba a su esposa y le daba algo de dinero para que subsistiera hasta que volvieran a verse, un padre que miraba a sus hijas una última vez y un hijo que no podía darle a su madre un abrazo de despedida.

De la noche a la mañana, cientos de mujeres debieron dar un paso al frente y asumir la responsabilidad de esos hombres desaparecidos, como proveedoras y "pilares" del hogar. Los desafíos —psicológicos, psicosociales, emocionales, económicos y legales— que esas mujeres han enfrentado a lo largo de los años no las derrotaron, sino que las volvieron resilientes. "Quiero que vuelvan y nos encuentren bien; eso los pondría contentos", afirma Asia, una mujer soltera de 45 años que espera noticias de sus cuatro hermanos desaparecidos.

ASIA

Como era la mayor de cuatro hermanos y cuatro hermanas, siendo muy joven Asia se hizo cargo de criarlos, así como de cuidar a su madre enferma, cuando falleció su padre. Asumió el papel de madre, hermana y padre. Asia siente nostalgia de la vida que tenía antes de que se desatara el conflicto armado. Cuando caía el sol, la expectativa de que sus hermanos regresaran del trabajo invadía el aire. Pero ahora, la atenuación de la luz solo genera silencio. "La comida ya no tiene el mismo gusto", comenta.

Sin embargo, Asia sigue estando atareada, ya que cría a sus sobrinos, Layth y Gaith. Está decidida a darles una niñez normal, a pesar de la ausencia del padre y el abandono de la madre; por eso, los inscribió en una escuela y guía su educación religiosa islámica.

Asia reconoce que ha avanzado mucho desde que sus hermanos desaparecieron. Vivió tiempos difíciles, ya que debió desafiar las normas sociales, desde tomar un taxi y comprar comestibles hasta asistir a consultas médicas y presentarse ante los tribunales por sí sola. Hay quienes podrían considerar que las responsabilidades que asumió Asia son habituales o menores, pero para ella significó entrar en contradicción con las normas sociales y desafiar los criterios y expectativas tradicionales.

Uno de los mayores retos era llevar a sus sobrinos a la peluquería masculina. Como no había un hombre en la familia, dudaba de esperar sola en ese espacio de dominio masculino. "Ahora, ni me inmuto aunque haya sesenta hombres en la peluquería. Me siento y espero a que los niños estén listos", dice.

Asia es una de las 24 habitantes de Saqlawiya que participan en el Programa de acompañamiento del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) de esa localidad, para convertirse en Acompañante. El objetivo del programa es ayudar a las familias de personas desaparecidas a lidiar con los desafíos emocionales, económicos, legales y administrativos, así como reunirlas y brindarles el apoyo que necesitan.

HAMDA

Si bien las familias de personas desaparecidas tienen dificultades similares, cada historia de vida es única. Hamda, de 68 años, nos cuenta sobre su marido desaparecido, Ismael. La fortaleza y determinación le iluminan el rostro cuando dice "soy tenaz; me ajusté el cinturón y junté fuerzas", en referencia a la imagen tradicional de ajustarse el cinturón para resistir el impacto de una crisis.

حمدة، الأكبر سنًا بين مشتركي برنامج المرافقين

HAMDA, la mujer de más edad del programa de acompañamiento.          Layla MIRZAH/CICR

Hamda también le encuentra el lado cómico a las vueltas de la vida. Su matrimonio se había concertado de la manera tradicional y, el día de la boda, su familia política le trajo uno de los vestidos de novia que alguna había usado, la maquilló y la peinó. "¡Dios les perdone no haberme llevado ni siquiera a un salón de belleza!", afirma intentando usar un tono de disgusto, pero claramente conteniendo la risa. Recuerda el día de su boda; cuando el esposo iba camino a buscarla, se le descompuso el auto viejo que tenía y no había nada para cenar. Con una risita, se acuerda de haber tenido que pedir una berenjena cruda del campo de su marido, porque se estaba muriendo de hambre. Con la fotografía de su esposo en las manos, Hamda nos advierte, combinando entusiasmo y humor, "no se atrevan a insinuar que es apuesto, porque me pondría a extrañarlo de nuevo".

حمدة تحمل صورة زوجها المفقود

Hamda sostiene la fotografía de su marido desaparecido.          Layla MIRZAH/CICR

Según Hamda, estaba completamente satisfecha con su vida previa al conflicto. Ismael trabajaba en jardinería y llevaba a casa su salario de 7.000 dinares por día. Juntos criaban a Ali, el sobrino de Ismael, que ahora tiene 25 años. Añora los momentos compartidos, sentarse juntos, ver a Ismael yendo a trabajar en bicicleta y regresar con comestibles. Ahora, se levanta temprano todos los días, se ocupa de las tierras, enciende la bomba de agua, mantiene a su familia y asegura: "sigo luchando por mi muchacho y nuestras vidas". Con la incertidumbre acerca del paradero y bienestar de Ismael y los demás hombres, Hamda ruega que estén vivos o en paz. Nunca se perdió una sesión del Programa de acompañamiento y está decidida a transmitir su perspectiva acerca de la vida, la resiliencia y el apoyo a otras personas que se encuentran en circunstancias similares. 

حمدة ونسيبتها إلهام

Hamda y su cuñada Ilham.          Layla Mirzah/CICR

Es indudable que Asia, Hamda y todas las demás mujeres que tienen seres queridos desaparecidos han enfrentado lo inimaginable. Cada una de ellas tiene una vida diferente, pero algo es seguro: a todas las impulsa su innegable resiliencia y la esperanza de que regresen sus seres queridos desaparecidos.