Niños de Afganistán

Los niños afganos están entre quienes pagan el precio más alto por los cientos de ataques perpetrados contra centros de salud en ese país, así como por la violencia general derivada de la guerra.

Niños de Afganistán: Hospital Mirwais, Kandahar, Afganistán Suleiman Shah, de cinco años, sufría de meningitis aguda con complicaciones hemorrágicas, pero hoy está recuperándose. CC BY-NC-ND / CICR / Thomas Glass

Hospital Mirwais, Kandahar, Afganistán. Suleiman Shah, de cinco años, sufría de meningitis aguda con complicaciones hemorrágicas, pero hoy está recuperándose. CC BY-NC-ND / CICR / Thomas Glass

Los niños afganos están entre quienes pagan el precio más alto por los cientos de ataques perpetrados contra centros de salud en ese país: aumentan las tasas de malnutrición, enfermedades diarreicas y enfermedades prevenibles mediante la vacunación, como el sarampión y la poliomielitis.

En 2016, inauguramos la nueva sala pediátrica del hospital Mirwais, de Kandahar. Se trata de una estructura restaurada que se destaca entre las demás instalaciones del hospital, en medio de una arboleda que ofrece un resguardo de lo que viene siendo un verano sin tregua. Apenas se secó la última gota de pintura, se trasladó a los pequeños pacientes desde el pabellón anterior hacia el nuevo.

La antigua sala pediátrica se ubicaba dentro de la estructura principal del complejo hospitalario y contaba con 93 camas distribuidas por todo el segundo piso del edificio. En la mayoría de los casos, los pacientes se veían obligados a compartir las camas de a dos, como mínimo. La nueva sala pediátrica ocupa hoy un edificio entero, con 157 camas repartidas en tres pisos. La mayor amplitud permite disponer de las áreas correspondientes para aislar a niños con enfermedades muy contagiosas, como sarampión, tuberculosis o meningitis.

Niños de Afganistán. Hospital Mirwais, Kandahar, Afganistán Una paciente esboza una enorme sonrisa al ver llegar a un enfermero. CC BY-NC-ND / CICR / Thomas Glass

 

Hospital Mirwais, Kandahar, Afganistán. Una paciente esboza una enorme sonrisa al ver llegar a un enfermero. CC BY-NC-ND / CICR / Thomas Glass

También hay una unidad de atención especial para niños que sufren de talasemia, una enfermedad sanguínea hereditaria muy frecuente en el sur de Afganistán que requiere de transfusiones frecuentes y periódicas. Pero el gran orgullo del nuevo sector es su unidad neonatal de 30 camas, que tiene once incubadoras, seis cunas térmicas y nuevos equipos modernos para brindar asistencia de primer nivel a bebés, sobre todo prematuros. Al mismo tiempo, funciona como espacio de apoyo a las madres, que reciben consejos sobre lactancia materna y hábitos saludables.

La apertura de la nueva sala es motivo de celebración. La tan esperada restauración de lo que solía ser una escuela de enfermería dio lugar a un pabellón más grande cuyo único objetivo es brindar a los niños la atención médica gratuita que necesitan desesperadamente. La iniciativa vino acompañada de un importante esfuerzo por incorporar más personal y nuevos equipos.

Niños de Afganistán: una imagen, cientos de pulóveres

Cuando uno de nuestros colegas que se encontraba trabajando en Afganistán fotografió a un bebé abrigado con un pulóver de lana, en realidad su intención no era más que mostrar los efectos de la ayuda económica y técnica en el hospital regional de Kandahar, Mirwais, el centro hospitalario más grande del sur de Afganistán. Lo que no se esperaba era lo que una simple imagen suscitaría en sus tías, que se encontraban en Noruega.

Publicó la imagen en un artículo que elaboró el año pasado sobre la sala pediátrica de rehabilitación de ese hospital, que cuenta con el apoyo del CICR. Pero la imagen no solo sirvió para mostrar nuestro trabajo, sino que también inspiró a sus tías de Noruega para intentar que el crudo invierno de Afganistán fuera un poco menos duro para los bebés. Emocionados por esta historia, amigos de su familia en Suiza también se decidieron a tejer pequeños pulóveres, gorros, medias, mantas y juguetes para los bebés. Así la a familia CICR se extendió de un rincón del mundo al otro.

 Hasta el momento, se han enviado más de 100 pequeñas prendas tejidas al hospital Mirwais para niños menores de cinco años. Estas prendas no forman parte del programa del CICR para el hospital. En realidad, son una donación que surge de la motivación y que nos permite, cada tanto, hacer más que lo que prevé nuestro cometido.